Ecología digital ¿realidad o ficción?
Prácticamente todo tiene un coste de producción y unas consecuencias al hacer uso de ello, y la tecnología e Internet no son una excepción. Puede parecer que al tratarse de ingenios cada vez más pequeños y sofisticados o de redes invisibles que parecen formar parte de un plano más abstracto, no tienen ningún tipo de impacto en el medioambiente pero la fabricación y el uso de estos tiene consecuencias.
Al igual que pasa con el modelo de transporte, de construcción de edificios, de consumo energético y de la explotación de fuentes de energía, es necesario que adoptemos unos hábitos de consumo y unas alternativas más ecológicas de cara a servirnos de la tecnología sin dañar el planeta, estamos hablando de la ecología digital.
¿En qué consiste la ecología digital?
La ecología digital es una disciplina que tiene como objetivos ilustrar acerca de las consecuencias negativas de la industria informática para la salud física y mental de las personas, y luchar contra estos. Para ello, la ecología digital se acoge al desarrollo sostenible, adaptándolo además a los procesos tecnológicos de comunicación e intercambio de información.
El uso desmedido de los dispositivos electrónicos acarrea graves consecuencias: desde el aislamiento por culpa de la hiperconectividad a la que nos vemos sometidos constantemente, adicciones, los posibles efectos de los campos magnéticos de baja frecuencia —emitidos por las pantallas— hasta un caso tan concreto como es la extinción de los gorilas del Congo por culpa de la industria de los «smartphones».
El Congo es la principal potencia africana en lo que se refiere a minas y explotación de coltan, un mineral vital para la fabricación de dispositivos móviles. Los problemas en cuanto a la extracción del coltan son varios y muy graves: el primero de ellos es la sobreexplotación y las consecuencias que esta conlleva para la integridad del suelo y, como ya hemos dicho, para las especies animales autóctonas como los gorilas.
Y por si fuera poco, la rareza del coltan y su enorme valor son el combustible perfecto para el trabajo forzado en condiciones insalubres y de semiesclavitud, y para la proliferación de conflictos y guerrillas entre bandos cuyo único objetivo es hacerse con el control de los puntos de extracción.
Algunos consejos para practicar la ecología digital
Para adoptar la ecología digital podemos empezar por poner en práctica una serie de consejos y hábitos de consumo como:
- Cuidar de nuestros dispositivos en lo que se refiere tanto al hardware como al software. Por ejemplo, para preservar el hardware lo máximo posible, tenemos que cuidarlo y no hacer usos irresponsable o demasiado intensos que podían llevar al equipo a sobrecalentarse. Por su lado, en lo que respecta al software, tenemos que ser precavidos con las continuas actualizaciones que pueden terminar dejando obsoletos nuestros dispositivos.
- Hacer un uso responsable de la nube. Aunque no sea un almacén físico, la nube digital necesita de un considerable gasto de energía y recursos que no siempre se utilizan de forma eficiente para almacenar todos nuestros datos. Antes de guardarlo todo indiscriminadamente, haz una criba de lo que necesitas conservar realmente.
- Reducir la resolución de la cámara de fotos de nuestros dispositivos. Una resolución muy alta solo es útil para profesionales o para realizar impresiones de un gran tamaño. Para un uso común y cotidiano, las fotos con un tamaño de un mega son más que suficiente.
- Si tienes varias cuentas de correo electrónico, cancelar aquellas que no utilices. De este modo, liberaremos espacio, recursos y energía de los servidores que las alojan.
- Acudir a informáticos o a pequeñas tiendas de informática para intentar arreglar nuestros dispositivos averiados antes de adquirir otros nuevos.
- Participar en Fablabs, iniciativas que pretenden acercar tecnologías —como las impresoras 3D, cortadores láser o programación de robots— a personas sin conocimientos o recursos mediante talleres y cursos de formación.
Como ves, son muchos los hábitos diarios que podemos modificar para hacer un uso sostenible y responsable de las tecnologías y de los dispositivos informáticos, sin que ello signifique perjudicar al medioambiente, a los recursos del planeta o a nuestra propia salud.