Huella de carbono, ¿fregar a mano o usar lavavajillas?
¿Qué es la huella de carbono?
La huella de carbono se define como la suma total de todos los gases de efecto invernadero que una persona, organización o producto desprende de forma directa o indirecta. Recordemos que los gases de efecto invernadero son aquellos gases localizados en la atmósfera, que absorben y desprenden radiación infrarroja, es decir, calor. Básicamente, estos gases absorben la radiación térmica que desprende nuestro propio planeta —calentado por el sol— y nos la devuelve.
Este ciclo no es perjudicial per se, es un fenómeno natural —todos los planetas de nuestro sistema solar cuentan en mayor o menor medida con un efecto invernadero— agravado por la mano del hombre.
La huella de carbono se cuantifica gracias al CO2 equivalente, su unidad de medida en toneladas. Una vez que el tamaño de la huella queda registrado, podemos elaborar medidas para tratar de reducirla o, al menos, compensar las emisiones.
¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de utilizar el lavavajillas?
Si nos hemos decantado por utilizar el lavavajillas para limpiar nuestro menaje, debemos saber que aquellos que cuenten con la etiqueta energética —es decir, que sean de clase «A»— tendrán un diseño más ecológico, por lo que serán más eficientes y, por tanto, gastaran menos agua por lavado. Además, también consumirán aproximadamente un 10 % menos de energía eléctrica, un ahorro que al final se refleja en la factura mensual y en la huella de carbono.
Pero no todo son convenientes; el uso del lavavajillas también tiene sus trabas. Por ejemplo, tenemos que esperar a que el electrodoméstico esté lleno por completo. Además, si utilizamos un ciclo de lavado a una temperatura muy elevada, aumentará su gasto y, por ende, su impacto en nuestra atmósfera. Otro impedimento es, sin duda, el hecho de que los lavavajillas con mejor ecodiseño y más eficientes son mucho más caros.
¿Qué podemos hacer para ser reducir nuestra huella de carbono?
Pero no todo depende del electrodoméstico; nosotros también podemos seguir una serie de pautas para ahorrar y reducir aún más nuestro impacto en el medio ambiente.
La primera de estas pautas, como ya hemos dicho anteriormente, es llenar el lavavajillas al máximo de su capacidad. La clave está en colocar los platos y demás utensilios de forma correcta y, con ello, ahorrar espacio. También es importante cuidar de que ningún objeto esté en contacto con la salida del agua y que ningún vaso, olla o recipiente quede boca arriba; el lavado no servirá para nada si se acumula el agua llena de suciedad.
Una práctica que está bastante arraigada pero que en realidad supone un gasto absurdo y redundante de agua, es someter la vajilla a un aclarado antes de meterla en el electrodoméstico. No obstante, con esto no queremos decir que no podamos asegurarnos de quitar los trozos de comida antes de meterlos en el lavavajillas.
Por último, debemos asegurarnos que nuestro lavavajillas está en perfectas condiciones. Con el pretexto de ahorrar, utilizar un electrodoméstico viejo y defectuoso puede volverse en nuestra contra y suponer un mayor gasto, tanto económico como energético.
¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de fregar la vajilla a mano?
No importa si preferimos fregar a mano o, simplemente, no disponemos de un lavavajillas; este método más tradicional también cuenta con sus ventajas. Por ejemplo, si lo hacemos con agua fría, el gasto energético es prácticamente nulo, así como las emisiones que aumenten la huella de carbono. Además, si primero enjabonamos toda la carga —con el grifo cerrado— y después lo enjuagamos sin dejar correr el agua, el gasto se verá reducido drásticamente.
Otra de las ventajas de este método es que podemos fregar independientemente de la cantidad de platos, vasos y cubiertos que estén sucios; no dependemos de llenar todo un electrodoméstico.
No obstante, si nos descuidamos y dejamos el grifo abierto, podemos derrochar sin ningún tipo de control una enorme cantidad de agua.
¿Qué medidas podemos tomar para reducir nuestra huella de carbono si decidimos fregar a mano?
Para reducir el impacto ecológico de esta práctica —además de utilizar agua fría— sería ideal servirse de detergentes ecológicos —sin sustancias nocivas y contaminantes derivadas del petróleo—, siempre en pequeñas dosis.
Incluso podríamos crear nuestros propios productos de limpieza con ingredientes fáciles de conseguir en casa. Podemos elaborar nuestro detergente casero disolviendo tres cucharadas de jabón triturado con un litro de agua. A continuación se le añade a la mezcla medio vaso de vinagre de alcohol y zumo de limón. También podemos añadir bicarbonato para eliminar los restos de comida más difíciles.
En conclusión, tanto utilizar el lavavajillas como fregar los platos a mano tiene su ventajas y sus inconvenientes en cuanto al ahorro y al cuidado del medioambiente. Depende de cada uno de nosotros, con una serie de prácticas sencillas y cotidianas, contribuir a la reducción de la huella de carbono en la medida de nuestras posibilidades.