Energía azul, ¿la conocías?

¿Conoces la energía azul? Descubre con nosotros esta rompedora fuente de energía renovable y su clave, la sal.
8 abr 2019
Energía azul, ¿la conocías?
Actualmente, el ser humano se encuentra inmerso en una suerte de encrucijada energética, una lucha por la democratización y el avance tecnológico de las fuentes de energía renovable que a día de hoy ya conocemos perfectamente y, por supuesto, la búsqueda de nuevas fuentes de energía, fuentes alternativas, renovables y limpias, teorías e ingenios que nunca hubiésemos sospechado como fuente de electricidad pero que grandes mentes ya teorizaron a mitad del siglo pasado.

Sin embargo, esta empresa en pos de la energía verde y ecológica no es caprichosa ni arbitraria, ahora más que nunca se está convirtiendo en una necesidad imperante reconocida por la mayoría de los gobiernos de los países. Y es que, si la contaminación de nuestra atmósfera y el calentamiento global no eran de por sí excusas lo suficientemente fuertes, nuestra sociedad se enfrenta a unas reservas de recursos fósiles cada vez más mermadas. En este contexto surge la energía azul, la nueva esperanza de las renovables.

¿Qué es la energía azul?

La energía azul es aquella que se obtiene como resultado de la diferencia de concentración de sal entre el agua que proviene del mar y aquella que proviene de los ríos, lo que conocen los expertos como la diferencia de presión osmótica entre diferentes gradientes de salinidad.

El concepto de la energía azul surgió por primera vez en 1954 de la mano de Pattle, quien defendía que existía una nueva fuente de energía sin explotar localizada en la frontera entre dos masas de agua, una dulce y la otra salada. Sin embargo, no fue hasta mediados de los años 70 cuando Loeb desarrolló el primer método para explotar la energía azul mediante el uso de membranas.

El único residuo derivado de esta fuente de energía azul es el agua salobre, algo que en sí mismo no es nocivo ni presenta ninguna amenaza para el medioambiente ni para ningún ser vivo. Sin embargo, como casi todo, si se trata de forma irresponsable, este residuo puede tener consecuencias negativas para nuestro entorno y su ecosistema. Y es que, si se vierte sin ningún tipo de cuidado ni control este residuo de aguas salobres sobre masas de agua de alrededor, los niveles de salinidad de estas últimas podrían cambiar de forma drástica.

Este cambio drástico supondría un gran impacto para las especies vegetales y animales pertenecientes a dicho ecosistema, intolerantes a niveles de sal a los que son ajenos y, por tanto, desapareciendo de la zona de forma paulatina. Por suerte, una de las muchas soluciones que se contemplan para tratar con este residuo es bombearlo de vuelta al mar.

Métodos para aprovechar la energía azul

Actualmente contamos con un total de cuatro métodos para aprovechar la energía azul, dos de los cuales han probado su eficacia en terreno real y otros dos que aún se encuentran en la fase de experimentación en un ambiente de laboratorio.

El primero de ellos es la osmosis por presión retardada que, en pocas palabras, consiste en poner en contacto dos masas de agua, una salada y otra de río, a través de una membrana capaz de dejar pasar el agua pero no la sal. De este modo, se genera una diferencia de presión que es capaz de mover una turbina y generar de ese modo energía eléctrica o energía azul.

El segundo método es la electrodiálisis inversa, también conocida como la batería de sal de la energía azul. Este método consiste en colocar una serie de membranas de intercambio de aniones y cationes de tal forma que se genere energía eléctrica a partir de la energía libre del agua tanto de río como de mar.

Por otro lado, contamos con el método capacitivo desarrollado por Doriano Brogioli, en este caso un método de explotación de la energía azul que aún no ha abandonado el laboratorio. Este método consiste en introducir un par de electrodos en dos masas de agua, una dulce y la otra salada, propinar descargas consecutivas a ambas y mezclarlas. La utilidad de este método reside en que, a pesar de necesitar de energía eléctrica externa para generar más —y sonar algo redundante— produce más de la que necesita.

Por último, contamos con los nanotubos de nitruro de boro, piezas diminutas que si perforan una membrana impermeable y eléctricamente aislante, son capaces de generar una corriente eléctrica de un nanoamperio. De este modo, una membrana de un metro cuadrado podría llegar a generar hasta cuatro kilovatios y 30 megavatios hora por año.

Cada día parecen surgir más y más formas de obtener energía de manera que respetemos y no dañemos ni nuestros planetas ni sus recursos naturales. Con los avances tecnológicos y científicos, y una sociedad más concienciada quién sabe cuál será la próxima fuente de energía renovable y limpia descubierta. Lo que sí sabemos hoy en día es que tu consumo energético puede ser verde desde ya.